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La extinción de las aves

He leído que la cuarta parte de las especies de aves que un día cruzaron los cielos y poblaron los bosques de Europa ha desaparecido. Es una noticia que me llena de tristeza, como a cualquier persona que se detenga un momento a ... ¿reflexionar? sobre ella. Pero mi tristeza no nace de una reflexión, sino de algo, una operación intelectual, tal vez sobre todo cordial, que no sé cómo nombrar.

Las aves... Pocas carecen de belleza, e incluso éstas dejan de parecernos desagradables cuando están en su elemento. ¿Hay algo más majestuoso que un buitre o un cóndor planeando por encima de los veinte metros? ¿No es frecuente, y motivo de íntima nostalgia, de inexplicable anhelo, el sueño de vuelo al que dedicó ese poeta de la psicología que fue Gaston Bachelard su estudio L'air et les songes? Y desde hace algún tiempo sabemos de donde proceden las aves: de los dinosaurios.

"Lagartos terribles" es lo que significa ese neologismo acuñado por la paleontología. Algunos de esos seres que habrían infundido espanto en unas mentes a las que aún faltaban miles de años para existir fueron cambiando, como si la evolución fuera más que biología; como si tuviera un costado estético, y más que eso, hacia esa multitud de formas, mayoritariamente encantadoras, que en muchos casos detentan, o detentaban, el privilegiado poder de la música. Seres espantosos que pesaban sobre la tierra hasta tener, a menudo, que reptar sobre ella, se volvieron gráciles y conquistaron el aire, flotaron en la luz. ¿Puede extrañarnos que para los seres humanos que, desde que apareció su especie, convivieron con ellos, representaran la forma visible de lo que sólo sabemos llamar espíritu? Los chamanes se vestían con sus plumas para poder alcanzar el mundo invisible en el que las almas se perdían o eran secuestradas por demonios. Los adivinos griegos y romanos buscaban en sus entrañas o en las evoluciones de su vuelo, a veces incluso en su mera presencia, oráculos anunciadores del destino. Y sólo porque es aún más grácil y más efímera esos mismos griegos eligieron a la mariposa como imagen del alma.

Sí; la evolución, esa escultora ciega, realizó su obra maestra con ese paso de los lagartos terribles a las aves. Y aquí tengo que añadir algo de cuño absolutamente personal: creo en la evolución pero, como buen discípulo de los románticos alemanes, creo que su patrón, lo que cambia, lo que es cambio y determina, por tanto, toda mutación, no es la materia, sino eso que sólo sabemos llamar "espíritu". Reiteraré, pues creo que ya lo he advertido en otra ocasión, que para "nosotros" la palabra espíritu no significa nada semejante a lo que representa para las religiones contemporáneas.

Suene como suene esta afirmación a los oídos de nuestras ortodoxias, incluida la científica, la conversión de los dinosaurios en aves tiene , AL MENOS PARA NUESTRA MENTE, una significación espiritual, representa un devenir fundamentalmente artístico. No olvidemos que los paleontólogos sostienen que los dinosaurios sucumbieron a una catástrofe cósmica, no a una lenta depauperación por inadaptación a una naturaleza inalterada. Y el cambio ya se había producido cuando esa catástrofe aconteció.

¿No es algo análogo lo que ahora está sucediendo? Una catástrofe parece haber puesto en marcha la extinción de las aves. Y más allá de sus connotaciones materiales y, a la postre, egoístas -"lo que les pasa a las aves puede pasarnos a nosotros"- el hecho, para mí, tiene una dimensión simbólica que explica mi melancolía, la cual no tiene nada que ver con el temor: el símbolo del espíritu que la naturaleza creó con mimo a lo largo de milenios partiendo de lo más tosco se muere. Va desapareciendo. Hay músicas que nunca volveremos a escuchar, colores que no reflejarán más los rayos del sol, pasmosos arabescos que ya nunca se dibujarán en la página inabarcable.

Nuestros cuerpos seguirán vivos durante algún tiempo, pero nuestras almas ya no pueden evitar la consunción, aunque para muchos esta sea -¡aparentemente!- insensible. Cuento al menos con que aún quede alguna lechucilla que venga hasta mi ventana a buscar la mía cuando decida abandonar mi cuerpo.

#paisajesdelalmahe

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