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Novelas sabias

El día 25 de junio de 2016 el diario El País publicaba una entrevista realizada al escritor argentino César Aira bajo el título: "Leyendo novelas no se aprende nada". Efectivamente, en un momento de la entrevista Aira sostiene: "si alguien quiere aprender de las novelas que lea best sellers".

Es verdad que en algunos best sellers puede encontrarse información relevante sobre la realidad contemporánea, presentada, además, de forma persuasiva. Yo mismo he utilizado para ilustrar a mis alumnos citas de Parque Jurásico, de Michael Crichton o Infección, de Robin Cook; por cierto, su título original, Cell, es mucho más adecuado que el de la traducción. En mi anterior blog escribí también sobre Estado de miedo, del primero de los autores citados. También es cierto que la frase, a mi juicio desafortunada, del escritor argentino forma parte de la respuesta a la pregunta sobre si la literatura puede tener utilidad social. Pero incluso en este caso la respuesta sólo puede ser negativa si se da una interpretación excesivamente limitada al calificativo "social"; pues, ¿es que lo personal no está, sin excepción alguna, en la base de lo que un tanto apresuradamente denominamos social? ¿De verdad, a estas alturas de nuestro doloroso aprendizaje como occidentales, hay aún quien piense que La montaña mágica no es una novela "social", a pesar de su aparente intimismo?

De todos modos no pretendo entrar en una estéril -y fatua- disputa teórica, sino simplemente recordar que existen novelas con cuya ayuda se puede aprender; muchas cosas, además, y de las más valiosas. Entre otras, que las catástrofes de la historia, la sinrazón, la barbarie, sólo superficialmente tienen una causa "social", pues el origen más profundo se encuentra en eso que la literatura suele -¿o solía?- llamar el corazón humano. Pero, claro: para ser sensible a ese aprendizaje antes hay que borrarse de la conciencia -y del inconsciente- el interesado interdicto lanzado por nuestra lamentable época sobre lo "psicológico", admisible tan sólo cuando se presenta como objeto de burla.Hoy nadie aceptaría la declaración de mi maestro Thomas Mannn -¡sí; de nuevo él!- afirmando que su Doktor Faustus es una novela que pretende analizar las razones profundas por las que Alemania se echó en brazos del nazismo. ¿Qué tendrá que ver un músico arrogante y sifilítico con el pueblo alemán?, se preguntará con toda licitud un lector contemporáneo, si es que existe un lector contemporáneo con paladar para esa novela?

Pero no por eso dejará de haber novelas sabias. Me ha, literalmente, cortado la respiración la relectura de El último encuentro, de Sándor Márai, exigida por el descubrimiento del estudio de James Hillman sobre el valor psicológico de la traición titulado, precisamente, Betrayal. ¡De nuevo un artista anticipando con absoluta precisión lo que dirá, luego, un psicólogo! Como Meyrink; como Hoffmann. ¿Cuántos estremecedores hallazgos como éste me esperan aún? Me siento como un niño al comienzo de la noche de Reyes.

Y para mis médicos y estudiantes de medicina -la mayoría de mis potenciales lectores- ¿qué decir de esa otra novela de Márai, La hermana?

Por fortuna sigue habiendo novelas de las que se puede aprender.

#paisajesdelalma

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