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Primum scribere...

Das schreibt und schreibt sein unausstehlich weises Larifari

als gält es "primum scribere deinde philosophari".

F. Nietzsche, Idyllien aus Messina

No he podido por menos de recordar este dístico de Nietzsche mientras conversaba hace unos días con una antigua alumna dispuesta a escribir una tesis doctoral acerca de las dificultades con que se topan hoy quienes pretenden hacer carrera académica, no solo en nuestra disciplina, pero especialmente en ella y, en general, en las humanísticas. Le decía que en mi papel de miembro del comité científico de algunas revistas había observado durante la última década la creciente oferta de artículos, cuando en tiempos pasados mis compañeros y yo nos habíamos encontrado a menudo en la necesidad de pedir ayuda a algún colega e incluso a que uno de nosotros se ofreciera a aportar algo para poder cerrar un número. La razón se encuentra en esa maldición bíblica que ya he mencionado más de una vez, que con voz apocalítica impone: publish or perish.

Todo el que trabaja en el mundo académico o pretende acceder a él sabe que necesita "investigar", y que la prueba de que uno ha investigado se encuentra en sus publicaciones, de modo que en muchos casos es fácil, también, para el evaluador, caer en la falacia de que publicar equivale a investigar, o en la de que todo lo que llega a ser publicado tiene un sentido más allá del reconocimiento del esfuerzo desarrollado por el autor para dar cabo a su tarea.

Me apresuro a advertir, aunque mi declaración parezca gremialista, que en mi campo, quizá por minoritario, se incurre pocas veces en esas falacias. No hay muchas revistas con suficiente nivel y sentido crítico, de manera que lo más fácil no es que se publique humo, sino que las listas de espera exijan una notable dosis de paciencia por parte de quienes figuran en ellas; pero lo que se lee a veces en artículos editoriales de las llamadas por antonomasia revistas científicas, éstas sí, numerosas, sobre la inanidad de buena parte de lo publicado, cuando no sobre el volumen de errores e incluso de falseamiento de datos da que pensar; en primer lugar a los propios editores. No creo que, salvo en los casos pertenecientes a la última categoría mencionada, se trate de mala fe, sino de eso que conocemos por sociología de la ciencia. No ovidemos que el dístico nietzscheano es adaptación de un venerable dictum latino: primum vivere deinde philosophari; al que, por cierto, hace eco una castiza cuarteta nuestra:

Lo primero y principal

es oír misa y almorzar;

mas si almorzar corre prisa

se puede dejar la misa.

Como puede intuirse el el primer caso y verse con claridad meridiana en el segundo vivere equivale a sobrevivir. Comer es indispensable para mantenerse en vida, mientras que la misa, al menos eso dicen algunos, alimenta solo al espíritu, lo mismo que el filosofar del anónimo autor latino y el más reciente del "Solitario de la Engadina". Pero -aquí viene la traducción que quizá alguno esperaba desde el principio- el escribir para almorzar puede producir tan solo un "insoportable y sabihondo tralará": "Ese (o eso, si nos ponemos literales) escribe y escribe su insoportable y sabihondo tralará/ como si fuera primero escribir y luego filosofar).

Ocurre que, en el caso de las personas a las que me refiero, vivere llega a depender de scribere, lo cual en ocasiones produce un auténtico despliegue del pensamiento; quiero creer que esto es lo más habitual. Pero temo que se corra el riesgo de llenar el mundo de la cultura y de la ciencia -que también es cultura- con un insoportable y sabihondo tralará.


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